¿Qué demonios ha metido esa hija lujuriosa en el té de su padre, algún tipo de estimulante? Quería deliberadamente que él se empalmara, ¡y se paseaba por la casa en bragas! Y dónde podía ir el hombre si su cabeza ya había alcanzado el objetivo. Ninguna polla podía resistirse a esa tentación.
Ni siquiera era cuestión de dar o no dar. Sólo se avergüenza por el hecho mismo de seducir a un profesor. Sin embargo, estas bellezas no van a aprender, pero siempre están dispuestas a chupar. Las buenas notas no se dan por casualidad.